miércoles, 12 de febrero de 2014

VIOLENCIA MACHISTA Y SALUD

Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico. Hablamos de daño físico, más allá de los golpes y los moratones. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), algunos de los problemas que pueden aparecer en la mujer maltratada son cefaleas, lumbalgias, dolores abdominales, fibromialgia, trastornos gastrointestinales y en algunos casos lesiones que pueden causar limitaciones de la movilidad o la muerte.

Las agresiones repetidas y el estrés crónico que padecen las víctimas tienen una serie de efectos como la disminución de las defensas y en consecuencia el aumento de infecciones. Además los problemas derivados de las agresiones sexuales que sufren entre el 30 y 40% de las víctimas de la violencia machista, producen vaginitis, infecciones del tracto urinario, sangrados o embarazos no deseados. Todos estos problemas físicos tienen un efecto sumatorio al estado psicológico.

Diferentes estudios han establecido la asociación de enfermedades neurológicas crónicas con antecedentes de maltrato en la infancia y en el ámbito de la pareja, de tal forma que hasta un tercio de las mujeres con estas patologías sufre también violencia doméstica.

Estudios recientes han indicado que cefaleas, episodios de amnesia, cuadros confusionales, mareos y quejas de memoria, entre otros, se observan con mayor frecuencia en víctimas de maltrato. Además, los maltratos en la infancia pueden originar y agravar diversas enfermedades neurológicas en el adulto, como trastornos cognitivos y del sueño, y se ha encontrado también asociación con el ictus, la fibromialgia y ciertas enfermedades autoinmunes.

Por todo ello, destacar la importancia de considerar la violencia, tanto infantil como de género, no sólo como un gran problema social, sino también de salud.

Rocío Gay Perez

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